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Contrarrestar tendencias que vulneren la dignidad de la persona

Por Omar Bazán

Con el objetivo de avanzar en la eliminación de costumbres, roles o estereotipos sexistas, que denigran a las personas, denotan la inferioridad o superioridad de mujeres y hombres, propuse incorporar un artículo la Ley de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes del Estado de Chihuahua.

Inicialmente los sistemas educativos deben promover valores de igualdad, respeto y diversidad, desafiando las ideas tradicionales sobre los roles de género; deben promover valores de igualdad, respeto y diversidad, desafiando las ideas tradicionales sobre los roles de género.

Los planes escolares deben revisarse y adaptarse para incluir perspectivas de género, y los docentes deben recibir capacitación continua para abordar estos temas de manera efectiva en el aula.

Además, es importante fomentar el pensamiento crítico en los estudiantes, ayudándoles a cuestionar y desmantelar las creencias y prácticas sexistas que puedan haber internalizado.

La implementación de campañas de sensibilización y concienciación es otro paso fundamental.

El ámbito laboral es otro terreno crucial donde se deben implementar acciones específicas para eliminar los prejuicios y estereotipos de género.

Las políticas de igualdad de género en el lugar de trabajo deben garantizar la igualdad de oportunidades en la contratación, promoción y remuneración, así como la implementación de medidas que favorezcan la conciliación de la vida laboral y familiar para todas las personas.

La legislación y las políticas públicas desempeñan un papel crucial en la eliminación de las prácticas y creencias sexistas. Es necesario promover y fortalecer leyes que protejan los derechos de las mujeres y otros grupos vulnerables, garantizando su acceso a la justicia y a mecanismos de denuncia efectivos en casos de discriminación y violencia de género.

La eliminación de costumbres, tradiciones y prácticas sexistas también requiere una reflexión y un cambio dentro de las comunidades y las familias. Las comunidades deben ser apoyadas en este proceso a través de programas y recursos que promuevan la igualdad y el respeto por los derechos humanos.

Es crucial monitorear y evaluar constantemente las acciones implementadas para asegurar su eficacia y hacer los ajustes necesarios. Los indicadores de progreso deben ser claros y medibles, y debe existir una voluntad política y social para mantener el impulso hacia la igualdad de género a lo largo del tiempo.

Al incorporar estas prácticas, se contribuye a que la dignidad de todas las personas sea respetada sin importar su sexo.

La lucha por la igualdad de género ha sido una constante, producto de una resistencia arraigada en tradiciones o costumbres.

Por ello, abordar esta problemática de manera efectiva, con acciones dirigidas a eliminar estas barreras deben ser amplias, coordinadas y sostenidas en el tiempo, involucrando a diversos actores y sectores de la sociedad.

Solo a través de un esfuerzo concertado y continuo podremos construir una sociedad en la que la dignidad de todas las personas sea plenamente respetada y en la que la igualdad de género sea una realidad tangible.